martes, 15 de mayo de 2012

¿Justicia?

- Entonces eres un asesino. - Dictaminó Charlie Weasley.

A la cabeza de Marcus vino inmediatamente la imagen de Violetta, sintió una profunda repulsión, lo cual hizo cambiar su carácter de afable a enfadado.

- ¿Asesino? ¿Y si fuera tu hermano Ron? Si tu le defendieses y su atacante muriese, ¿no lo harías? ¿No serías un asesino? - Contestó Marcus furioso.

Charlie puso una mueca de sorpresa, mezcla de miedo e ira.

- Pues claro que lo haría, pero está claro que sería un asesino.

- Mira Charlie, ¿ves aquel hébrido? ¡¡Se está comiendo un ¡conejo!! Es un asesino! Será mejor que llames al ministerio de magia y le cuentes lo que estás viendo, o serás su cómplice. - Marcus usó el tono de burla para replicar.

- ¡Marcus! Este es un tema muy serio, cuando crezcas lo entenderás, aún eres muy pequeño para poder entenderlo.

El rostro de Marcus se encendió de ira.

- ¿Se puede saber de qué estás hablando? Me hablas de Justicia, me hablas de lo que está bien y lo que está mal, pero no puedes, ¿quién decide lo que es justo? ¿Tú? ¿el Ministerio de Magia? No me hagas reir.

Se tomó una pausa para relajarse un poco antes de continuar. Charlie no podía articular palabra, no esperaba una respuesta tan agresiva por parte del siempre sonriente Marcus.

- ¿Es justo que un conejo haya tenido que morir sólo porque un Hébrido tenía hambre? ¿Es justo que Malgor, una criatura completamente inocente, se asuste de puro pánico al ver una varita y grite que guarde el arma? Un arma Charlie, piensa que son armas! ¿Es justo que tenga que vivir encerrado en una pequeña cueva sin poder salir, sin poder disfrutar de la libertad? ¿Es justo que un mago tenga el poder de decisión sobre quién vive y quién muere? ¿Es justo que un niño crezca en soledad, sin una familia y sin nada que llevarse a la boca?

Se quedó mirándole con furia.

- La Justicia no existe Charlie, no seas... humano! Puedes hablarme del equilibrio, puedes hablarme del orden natural de las cosas. Pero lo que los magos proclaman que se llama Justicia, no existe. Sus absurdas leyes me dan asco. Tengo que adscribirme a ellas, cumplirlas, pero sabes perfectamente que tengo razón. Pasa una noche con los centauros, comparte su ritual, entiende el círculo de la vida, y verás las cosas de otra manera.

Newt Scammander se dió la vuelta desde lejos y gritó:

- Ya hemos llegado chicos!

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